Debido a la bajada de temperatura de la semana pasada Zoe, la hija de 16 años de la familia Zoiti, se puso enferma con fiebre y dolor de garganta y acudió a su médico de cabecera con su madre, Zulema, con la sospecha de unas anginas. Tras la exploración, su médico la diagnosticó de una faringitis vírica, que con reposo y bebiendo líquidos curaría sola, al estar causada por un virus no debía ser tratada con antibióticos.
Al final de la exploración, el médico le dijo a Zulema que había detectado en la auscultación un pequeño soplo cardíaco pero que lo más probable es que no fuera nada y que no debía preocuparse, ya que es frecuente que los niños y adolescentes tengan pequeños soplos durante su edad de crecimiento. Aun así, el médico, que llevaba a toda la familia Zoiti desde hace muchos años, decidió derivarla a un cardiólogo, ya que Zoe hace deporte regularmente y quería asegurarse de que no fuera nada.
Un soplo cardíaco es un signo clínico y no una enfermedad. La principal diferencia entre estos conceptos es que un signo clínico es un dato objetivo que se da en una enfermedad. También hay que diferenciarlo de un síntoma, que es la percepción subjetiva de un individuo de algo extraño que ocurre en el cuerpo y es lo que le indica que está enfermo. Por ejemplo, una faringitis sería la enfermedad, el dolor de garganta sería un síntoma y tener la garganta roja sería el signo clínico. Además, el asunto se complica porque un mismo signo clínico se puede dar en distintas enfermedades.
El corazón consta de cuatro cavidades, las aurículas y los ventrículos y estas cavidades están comunicadas entre ellas y las grandes arterias, pero el paso de la sangre de unas a otras se regula a través de 4 válvulas que se cierran o abren según si el corazón se contrae o se relaja. Cuando el médico escucha el corazón, los ruidos que oye con el fonendoscopio corresponden al cierre de esas válvulas. Cuando una válvula no se cierra por completo, una pequeña cantidad de sangre puede volver a la cavidad anterior y al rozar con las paredes de la válvula genera un sonido que se parece a un soplo de aire, de ahí viene su nombre. También puede escucharse un soplo si la válvula es estrecha. Se clasifican en grados, de 1 a 6, dependiendo de la intensidad del sonido.
Existen múltiples causas que provocan un soplo cardiaco, entre ellas está la estenosis aórtica adquirida, que consiste en el cierre incompleto de la válvula que comunica el ventrículo izquierdo con la arteria aorta debido a un depósito de calcio que vuelve el tejido rígido y no permite su total cierre; esta es una enfermedad que solo desarrollan personas en edad adulta avanzada. Otra causa puede ser que tras un infarto, los músculos papilares del interior del corazón que son los que se encargan de los movimientos de la válvula hayan sido parte del tejido infartado y no funcionen correctamente, por lo que no se cerrarán del todo. También existen malformaciones desde el nacimiento que se denominan cardiopatías congénitas pero son muy poco frecuentes y suelen diagnosticarse en edad infantil. Lo más habitual es que se trate de soplos funcionales, que no dan clínica y en niños en fase de crecimiento vienen y van, y no debemos preocuparnos por ellos, pero siempre está bien establecer un buen diagnóstico. Los adultos también pueden tener estos soplos funcionales, y tampoco tienen importancia clínica.
Zoe fue al cardiólogo y le hizo varias pruebas. Primero un electrocardiograma, para ver cómo funcionaba la conducción del impulso eléctrico en su corazón y no tuvo ninguna anomalía. Por último le hizo un ecocardiograma, una ecografía del corazón para ver sus válvulas y calcular el volumen de eyección, es decir, la cantidad de sangre que su corazón impulsaba en cada latido, y salió totalmente normal, incluso el volumen de eyección fue más alto de la media para su edad, ya que al hacer deporte regularmente aumenta la fuerza de contracción del corazón e impulsa más volumen con cada latido, por lo que se necesitan menos latidos para que llegue la misma cantidad de sangre con oxígeno a los órganos, esa es la razón que los deportistas suelen tener menor frecuencia cardíaca en reposo. Por último Zoe le enseñó una prueba de esfuerzo que realizó a principio de temporada y salió normal, así que el cardiólogo le dio de alta. Zoe no se tiene que preocupar, posiblemente dentro de un mes ya no se escuche ese soplo.
En conclusión: es frecuente que los niños y adolescentes puedan tener soplos, pero lo más habitual es que no sean significativos, y se denominan soplos funcionales. No debemos preocuparnos por ello ya que no tienen significación clínica pero la actuación correcta debería ser estudiarlos para descartar otras patologías mucho menos frecuentes.
Post realizado integramente por Javier Camarón, estudiante de medicina y gran atleta.
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